La belleza no enamora


 

La belleza no enamora, atrae, seduce, apasiona, entra por los ojos, por la piel, altera las hormonas, las sensaciones, aturde algunas mentes, construye ilusiones, pero no enamora.

Enamoran el tierno abrazo brindado en las horas oscuras, la mano que te ayuda a levantarte, cuando las vicisitudes te han arrojado al suelo; la palabra sincera de aliento, cuando la desolación es fiel compañera.

La belleza no enamora, es un buen físico, es luz brillante, una silueta sensual, una voz y unos ojos encantadores, una piel tersa; que se miran, se tocan, se recorren, causan pasiones, perversiones, y excita los cuerpos hasta el éxtasis, pero no enamora.

Enamora cuando en tu ausencia, durante sus horas de regocijo y alegría, te piensa y comunica: sería grato que estuvieras aquí conmigo.

La belleza no enamora, puede ser motivo de orgullo, vanidad y soberbia, siendo un accesorio, que vence el tiempo, que caduca con los años y no prevalece más allá del placer del cuerpo.

Enamoran la sinceridad, la lealtad, la confianza, el hacerse cómplice de secretos, sueños y anhelos; el tiempo brindado, por el gusto de compartir y estar presente, y no por simple compromiso.

Porque el amor verdadero, es asunto de dos almas que se entrelazan y no solo de dos cuerpos que se desean.

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