A la luz de la luna
La luz
de la luna ya se asoma por el balcón de nuestro altar al amor, mientras
nuestros sueños se disponen a cobrar vida.
Nuestras miradas ya se encuentran unidas, como en un tierno abrazo entre nuestras almas, lo que les da a nuestros ojos ese brillo especial que otorga el amor, cuando este comienza a encender su llama entre los enamorados.
Mientras el amor nos va cubriendo dentro de un cálido abrazo, su hermano el deseo nos observa recostado desde nuestro lecho, con una sonrisa de satisfacción, como quien sabe que se aproxima su momento de triunfo.
Nuestros labios rebosantes con la dulzura de la miel de la ternura, comienzan a acariciarse con movimientos suaves, sin detenerse y llenos del ansia que los anhelos les impregnaron día con día y gota a gota, mientras solo podían contemplarse a la distancia.
Cada caricia de tus labios, me transporta a parajes lejanos donde la vista del hombre no se ha posado, siendo de una belleza incomparable, en donde la dicha y la alegría juguetean entre las flores que la felicidad ha sembrado.
En tanto nuestros labios con sus movimientos van avivando a la llama de la hoguera, que el amor encendió desde que nuestras miradas se cruzaron por primera vez.
La pasión con paso felino se introduce a nuestro aposento, asechándonos entre las sombras que dejan las manos de la luna que ya tocan a la ventana.
Indiferentes
a su presencia, continuamos bebiendo ávidamente del elixir del amor que
contienen nuestros labios, haciéndonos completamente vulnerables al ataque de
tan excelente cazador, quien ya se dispone a saltar sobre nosotros.
Así cuando más disfrutábamos del sabor de las caricias de nuestras bocas, la pasión en un movimiento fugaz como el trueno, nos hace sus presas, engulléndonos dentro de una explosión de éxtasis. Empujando a nuestras manos, a recorrer nuestros cuerpos humedecidos por el perfume el deseo.
Mis labios con el efecto del ataque de la pasión han quedado distantes de tu tierna boca, siendo que ahora debe recorrer los perfectos senderos de tu cuello, tratando de regresar al punto de donde fueron arrojados. Sin embargo, al dejarme guiar por el perfume de tu esencia, ésta me va llevando de forma irremediable hasta los límites donde comienza lo más excelso de tu geografía femenina.
Una vez en la frontera de tu delicado y terso cuello, observo desde ahí dos montañas de cumbres que se elevan hasta el mismo cielo de tu deseo contenido, asemejándose más bien a un par de volcanes que se encuentran a punto de hacer erupción.
Mis manos desorientadas en medio de tanta belleza que te conforma, son incapaces de auxiliar a mis labios para encontrar el camino de vuelta a tu excelsa boca.
Sin una
referencia, sigo hacia esas montañas para escalarlas para desde sus cimas
buscar el camino de retorno hacia tu preciada boca.
A paso firme y sin detenerse mis labios recorren el camino hacia la base del par de colosos, quienes, como guardianes celosos de algún pasaje, me observan detenidamente mientras me aproximo a ellos.
Una vez en la base, sin demora, decido escalar por una de ellas y mientras lo hago, mis labios se sorprenden de la tersura y la calidez de la montaña, quien a cada paso que dan mis labios, ambas montañas se yerguen más, como tratando de que nunca llegue hasta su cima.
Ahora ambas son del doble del tamaño que observé antes de iniciar la escalada, pero sin vacilar continuo mi viaje, ya que mis propios labios no pretenden dar marcha atrás y abandonar tan bellos parajes.
Al fin alcanzo la cima, después de largo tiempo o por lo menos así me lo parece, ya que mis manos han recorrido a tu sensual silueta varias veces, esta vez ya sin la intención de dejar tu territorio femenino.
Una vez en la cima del coloso, puedo observar desde ahí a tu cuello, mismo que no me permite ver más allá, una vez que esté está siendo rodeado por las nubes que la hoguera del amor ha generado al echar en ella, deliciosas esencias e incienso que la pasión ha traído consigo.
Sin poder observar el camino de regreso hacia tus labios, de pronto el deseo me señala hacia la otra montaña, que se yergue altiva, pero se cimbra con un tremor que la mueve desde sus cimientos como si una erupción se aproximara.
Es entonces, que bajo rápidamente tratando de salir de ahí, pero una vez más en la base de ambas montañas, se abre un camino hacia la cima de la otra, como si desease que la escalara.
Así llego hasta la cumbre del segundo coloso, desde donde mis labios se posan en la punta para descansar del viaje.
Instalado en la cima, puedo observar cómo mis manos siguen su recorrido abrupto por las cordilleras, senderos, parajes y valles de tu cuerpo.
Entonces, al fijar mi mirada hacia el frente de la montaña, observo que detrás de ellas se extiende un hermoso valle, rodeado de la más excelsa vegetación y con ríos de gran colorido que les impregna la luz de tu alma.
Sin tener otro camino más que bajar hacia el valle, mis labios se van apoyando en la suavidad del terreno de tu montaña para evitar la caída.
Una vez en ese hermoso valle, mis ojos quedan admirados de tanta belleza que me rodean, así que sigo avanzando por el valle y poco a poco puedo divisar una colina, misma que se encuentra franqueada por dos cordilleras nevadas y de suave contorno.
Al llegar a la colina, mis labios sin demora, suben por su suave inclinación hasta descubrir en su cima, que del otro lado, se encuentra una hendidura de la cual nace una hermosa cascada.
Así decido bajar por la hendidura para saciar mi sed con el agua cristalina que brota de la colina, mientras a mi paso cientos de flores flanquean mi camino, con aromas que jamás había percibido y con colores que se confunde con las hermosas mariposas que revolotean entre ellas.
El agua
de la cascada es de exquisito sabor y de gran frescura, pero al beberla sin
darme cuenta, detrás de la cascada se abre una inmensa puerta luego de un gran
tremor, de la misma clase que había sentido en la cima de aquella montaña.
Una vez
dicho esto y en un instante, sin darme cuenta mis labios se vieron
transportados hasta tus labios, posándose en ellos y acariciándolos como el
amante que regresa al lado de su amada.
Entre
tanto, la ternura brota de tus labios, en esa palabra de amor que se le dedica
exclusivamente al ser amado, y que al venir de ti, es una dulce canción que en
su letra me dijo cuanto me amas.
Al escuchar tan hermosas palabras, la puerta que resguarda tu fuente de vida se abre por completo, permitiendo que mi ser en una explosión de frenesí, pasión y ternura, depositando mi semilla en tu fuente de vida.
Al dejarla como ofrenda en el interior de tu fuente de vida, tus labios no dejan de pronunciar y exaltar el amor que me prodigas.
Nuestros cuerpos fundidos, poco a poco disminuyen las ejecuciones de la danza, hasta quedar por completo inmóviles, pero con el deseo de jamás alejarse el uno del otro. Asimismo, nuestros labios se prodigan los más tiernos besos para sellar el amor que ahora los rodea con su luz.
En tanto nuestros cuerpos permanecen unidos por la ternura, la luna sigilosa aprovechó todo nuestro acto de amor para iluminar por completo nuestra habitación, como regalo de Dios para los amantes que se unen más allá del consejo de la pasión y el deseo, por la guía del amor.
Ahora es
la luna quien como testigo revela lo que sucedió en aquellos aposentos,
descubriendo una sola silueta formada por dos cuerpos que ahora se hallan
reposando en el regazo del amor.
Mi mente
aun absorta, le relata a mi corazón todas las maravillas que hallé en ti, a lo
cual sin dudarlo y con voz dulce le dice a tu oído:
Vida mía, tú eres la más exquisita joya que excelente maestro de mano diestra pudo crear, misma que brilla con la luz de tu alma, y tiene el color de tu amor que emana de tu corazón.
Lo amé, en quien te hayas inspirado al leerlo seguro se derritió en tus brazos... Erótico y muy romántico, felicidades!
ResponderBorrar¡Muchas gracias por tu comentario Tama!, te mando un fuerte abrazo.
BorrarEste pensamiento, me agrado mucho Hugo, sigue escribiendo asì.
ResponderBorrarMuchas gracias por tu comentario. Es un incentivo darse cuenta que existe gente con la sensibilidad para leer y sentir este estilo de escritura.
BorrarSaludos cordiales!